martes, 6 de noviembre de 2012

Cuando no todo está dicho….


Cuando no todo está dicho….
“...Un halo de complicidad, con aire de silencio insoportable, reinó en el reencuentro de los amantes en aquella habitación…frases que perdían el sonido antes de ser pronunciadas…”

¡Amantes!... Me pregunto ¿Estará bien el usar esta palabra? Pues este término ha sido tan manoseado y usado para describir encuentros clandestinos entre dos personas que se aman o quieren amarse con pasión. No obstante es ¿Malo o bueno? Juzguen ustedes,pues al final esta palabra es similar al ying-yang, positiva cuando es usada entre relaciones públicamente aceptadas y negativa para señalar las más bajas pasiones entre dos personas que tienen que ocultarse para demostrarse afecto pues no gozan de la venia de la sociedad; pero, en ambos casos, sea a la luz o entre sombras, el punto de intersección es amarse.

Con este preámbulo, mis queridos lectores, quiero iniciar un relato que pretende hacerlos recordar alguna vivencia similar de ustedes y; si ese no es el caso, compartirles una.

Toda historia tiene un principio, pero este se los contaré en otra oportunidad, pues es extenso, confuso y complicado. Para este efecto basta con saber que hace algunos meses atrás, re-apareció una persona del pasado (no tanto apenas 2 años, jajaja) querida, admirada, respetada, que fue luz y camino, que fue esperanza y fortaleza, un oasis en medio del desierto, un faro en medio de la tempestad, fue todo eso y más.
Las razones por la que desaparece no las mencionaré, tampoco cómo ni cuando re-aparece, lo que interesa en este relato es que: cuando no todo esta dicho entre dos personas, siempre habrá algo pendiente por decirse.

Encontrarse con la o el “ex” es la pesadilla de muchos, sobre todo si ese encuentro ocurre justo cuando uno está más solo que el número 1, ha engordado, ha salido mal arreglado y ¡horror de horrores! lo(a) encuentras felizmente acompañado(a), cuerpo tonificado, impecablemente vestido(a) y  teniendo éxito profesionalmente, es un “trágame tierra” literalmente, eso en el mejor de los escenarios, en el peor de los casos es que hayan terminado mal y terminen haciendo un show digno de “Laura en América”.  

Afortunadamente este encuentro no fué así (¡gracias Dios!) y se pudieron sentar a tomar un café, a ponerse al día en sus  vidas, etc.
El café conllevo a otra salida, la cual condujo a una posterior ida al cine, la cual dio paso a una siguiente caminata por el malecón. Y así sucesivamente, una cosa lleva a la otra, cruces de números telefónicos, agregación al Messenger, Facebook y en todas redes sociales que se tenga creada una cuenta (jajaja) total “es solo para estar comunicados y ser cool” (jajaja). La tecnología cual “alcahuete” hace su parte y el famoso chat se convierte en un mudo espectador de frases que con los días van tornándose mas atrevidas.

Y así, sin darte cuenta, vas viendo a tu ex más buena(o) y comienzas a tenerle “ganas”,  comienzas a pensar (típico) “que hubiese pasado sí…..”;  y resulta que aquella  “despedida”  ya para ti no vale y que ahora quieres celebrar un “re-encuentro” (jajaja).
Pero ¿cómo hacerlo sin parecer desesperado(a)?, sobre todo si ella (el) está ya acompañada sentimentalmente. Sientes un cargo de conciencia y decides que debes ayudarla(o) a ser feliz. Entonces te conviertes en su confesor(a), su mejor amigo (a), su acolitador (a), la persona que siempre está allí para escuchar y apoyar en todo, o sea haces todo lo que debiste haber hecho tiempo atrás y no lo hiciste. Luego, las “ganas” que le tenías se esfuman y dan paso a querer hacer algo “especial” con y por esa persona, el simple deseo carnal es doblegado por sentimientos que, aún no estando del todo claros, son la puerta de entrada para la pasión, misma que se convierte en un lazo que poco a poco e irremediablemente los va juntado.

¿El resultado? Los dos en una habitación, desnudos, besándose  como si de ello dependiese la vida, jugando con sus lenguas, acariciándose el cuerpo, recorriendo cada milímetro de su piel, jugando con sus cabellos, sintiendo el calor de sus cuerpos ávidos de deseo, encendidos por la lujuria, sintiendo la respiración acelerado el uno del otro. En medio ese frenesí se escucha una frase: “¿sabes? Muchas veces pienso que tu y yo nunca debimos separarnos”.
Él  se quedó  paralizado, no sabia que hacer o no tuvo el valor suficiente de decir lo que él también había estado pensando: “Que la pasión encendida en el cuerpo no basta y lo que se desea es acoplarse también al alma y llegar al corazón”. Y, como si eso no hubiese sido suficiente, su acompañante le dijo algo más que fueron un detonante: “Dame cariño, hazlo con amor”.  Dos frases que impactaron, que dieron un giro a ese encuentro, y allí en media cama se sentaron, ella encima de él, cruzando con sus piernas su espalda, sus caras frente a frente, se comenzamos a besar mirándose a los ojos, luego con los ojos cerrados, pronunciando sus nombres, acariciando sus rostros.
No habían  hablado de sentimientos, no habían formalizado nada, quizás ambos con miedo de decir algo que después se pudiesen arrepentir, entonces un halo de complicidad, con aire de silencio insoportable, reinó en el reencuentro de los amantes en aquella habitación. Se sentían llenos el uno del otro, pensando en decir frases que perdían el sonido antes de ser pronunciadas.

Después la pasión volvió a encender sus cuerpos, pero esos detalles están censurados, vidrios empañados y mudas paredes que son las únicas que guardan el secreto de una noche en donde la pasión y el deseo fueron acompañados por la ternura y un quizás disfrazado sentimiento.

Toda historia tiene un final, pero no esta, porque este final tiene sabor a inicio……..

                                                                                             ¡Inspirado en ti  y para ti!  728-7  / 11312.

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