“...y allí
estábamos, sentados en el patio de comida de un conocido centro comercial,
disfrutando cual niños, cada quien con su paquete de galletas Oreo y su envase
personal tetra pack de leche La Lechera...”
¿Les ha pasado
alguna vez que se han encontrado en una “no cita”; y, producto de ello, han llegado
a pensar que precisamente esas son las que mejor salen y te dejan un agradable sabor de boca que una
cita planeada y oficial?
Les contaré una
vivencia personal ocurrida hace no muchos días:
Las redes
sociales permiten relacionarte con un sin número de personas con las que muchas
veces solo tienes contacto en forma virtual; pero, ¿y si transcendiera al plano
real? ¿Qué si esa persona por la que has desarrollado una cierta admiración y
simpatía (y con la que solo te has visto por medio de fotos) de pronto la
tienes frente a ti en un día que no esperabas?
Era un domingo
tipo 6 de la tarde, había salido temprano de la U y me encontraba paseando en
el segundo piso del centro comercial que queda cerca de mi casa, cuando de
pronto, a escasos 4 metros, tengo frente a mí a quién deseaba conocer desde
hace mucho tiempo atrás. Y en cuestión de segundos pasaron varios pensamientos
en mi mente: 1.- El típico me escondo-ojalá no me haya visto- pero, ¿Cómo? ¡Maldita
sea, justo en este preciso momento no hay gente! 2.-Agacho la cabeza y finjo no
haberme dado cuenta de su presencia pero, ¿cómo? si la tengo al frente y sigo
avanzando… 3.-Me doy vuelta y hago como
que me sonó el celular y voy en busca de una persona que supuestamente me está
llamando 4.- Ninguna de las anteriores –pues ya me ha visto-. Superado aquellos
pensamientos de ¿qué hacer? siguieron los infaltables: 1.- ¡Dios mío justo
ahora que no ando bien vestido! –Debí ponerme otra ropa- 2.- ¿Estaré peinado?
3.- ¡Mi aliento! ¿Cómo estará mi aliento? 4.- ¿Me brillará la cara? 5.- ¿Me durará aún el perfume? Cabe destacar
que todo esto ocurrió en ráfagas de segundos mientras avanzaba y la distancia
con aquella persona se hacía cada vez más escasa. Así que tomé valor e hice lo
que todo macho debe hacer en estos casos: esbocé mi mejor sonrisa y puse una
mirada parecida a la del gato con botas
de Shrek (con eso su atención estaría en mis ojos y sonrisa y no en mi
apariencia) acto seguido hice mi actuación digna de un premio Oscar.
¡Hola, que gusto encontrarte!-dije-, ¡qué grata
sorpresa! ¡Jamás me imaginé que te llegaría a topar aquí y hoy! (vaya que en
eso sí tenía razón) Noté algo que me tranquilizó, sentí que lo mismo que me
pasaba a mi le pasaba a esa persona ¿por qué lo digo? Pues porque después de
saludarnos nos quedamos mirando como diciendo ¿ahora que sigue? ¡Por favor toma
tú la iniciativa! Así que atiné a decir:
¿Nos sentamos y
conversamos? ¿Tienes tiempo?
¡Seguro!-dijo-
¡Qué bueno!
–pensé-.
Buscamos una mesa y como todo caballero le ofrecí algo
de comer, me agradeció el ofrecimiento pero me dijo que recién había terminado
de comer, entonces le ofrecí un café que con gusto aceptó. Compré un café para
ella y un té helado para mí (no les he dicho pero a mi el café me pone
hiperactivo y esta no era la ocasión para estar así). Llegué a la mesa y le
dije: ¿me das un segundo, no me demoro? Corrí al baño, pues ya la sonrisa
tierna y la mirada del gato con botas se estaban acabando y tenía que
acicalarme para la conversación. Me lavé la cara, me acomodé la ropa, me
acomodé el peinado (no se cual pues siempre uso el mismo, pero ya saben uno
siempre quiere lucir mejor) y por último un poco de perfume (siempre llevo una
de esas muestras para estos casos de emergencia).
Ahora sí, ya más
seguro de mi apariencia, me acerque a la mesa y me presté a tener una de las
más gratas conversaciones que he podido tener. No entraré en detalles de lo que
hablamos, pero les diré que el medio virtual muchas veces hace que uno tenga
una idea distorsionada sobre la personalidad de una persona. Descubrí que tenía
como compañía a una persona sin poses, sencilla, abierta y franca; y, aunque su
imagen denotara clase y buen gusto eso no quería decir que fuese vanidosa ni
plástica. Me fascinó su forma de llevar la conversación que hasta logró que
terminara confesando alguna que otra experiencia personal que no suelo
comentarle a nadie.
Miró el reloj y
habían pasado ya 3 horas eran las 21:00, me dijo ¿caminamos? ¿Dónde?-contesté-
el centro comercial ya cerró solo esta abierto el patio de comida, en todo caso vamos caminando para irnos, es
tarde ya-añadí-. Mientras caminábamos sentí que no se quería ir y yo tampoco
deseaba que la noche acabara, quería seguir disfrutando de su presencia. Así
que le dije ¿entramos a la farmacia y vemos que hay de novedades? (omitiré el
nombre de la farmacia, pero es una de esas que no solo vende medicinas, sino
también novedades y artículos de bazar, etc.)
Antes de salir
de la farmacia veo mi galleta favorita Oreo (a esta si le doy publicidad) y le
pregunto ¿quieres comer galletitas? Me dijo ¡bueno! Procedí a comprar 2
paquetes de galletas y para acompañarlas compre leche en envase personal.
Decidimos
regresar al patio de comidas para disfrutar de nuestra compra y seguir
charlando. Los minutos pasaron y allí estábamos, sentados en un patio de comida
de un conocido centro comercial, disfrutando cual niños, cada quien con su
paquete de galletas Oreo y su envase personal tetra pack de leche La Lechera,
teniendo una grata conversación y tratando de alargar el tiempo, como queriendo
detener la noche.
Al final tomamos
el mismo taxi y cada quien se fue para su casa…
Al llegar a mi hogar
pensé: Tuve una “no cita” con una persona a la que hasta entonces solo había
conocido por el facebook; pero que, paradójicamente, fue con la que tuve una de
las más gratas conversaciones que haya tenido y de quien puedo decir es como
pocas, mis felicitaciones a su novio, tiene a un gran ser humano a su lado.
¡A Ti, a tu nombre!
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