martes, 31 de julio de 2012

Una NO CITA


“...y allí estábamos, sentados en el patio de comida de un conocido centro comercial, disfrutando cual niños, cada quien con su paquete de galletas Oreo y su envase personal tetra pack de leche La Lechera...”

¿Les ha pasado alguna vez que se han encontrado en una “no cita”; y, producto de ello, han llegado a pensar que precisamente esas son las que mejor salen  y te dejan un agradable sabor de boca que una cita planeada y oficial?

Les contaré una vivencia personal ocurrida hace no muchos días:
Las redes sociales permiten relacionarte con un sin número de personas con las que muchas veces solo tienes contacto en forma virtual; pero, ¿y si transcendiera al plano real? ¿Qué si esa persona por la que has desarrollado una cierta admiración y simpatía (y con la que solo te has visto por medio de fotos) de pronto la tienes frente a ti en un día que no esperabas?

Era un domingo tipo 6 de la tarde, había salido temprano de la U y me encontraba paseando en el segundo piso del centro comercial que queda cerca de mi casa, cuando de pronto, a escasos 4 metros, tengo frente a mí a quién deseaba conocer desde hace mucho tiempo atrás. Y en cuestión de segundos pasaron varios pensamientos en mi mente: 1.- El típico me escondo-ojalá no me haya visto- pero, ¿Cómo? ¡Maldita sea, justo en este preciso momento no hay gente! 2.-Agacho la cabeza y finjo no haberme dado cuenta de su presencia pero, ¿cómo? si la tengo al frente y sigo avanzando…  3.-Me doy vuelta y hago como que me sonó el celular y voy en busca de una persona que supuestamente me está llamando 4.- Ninguna de las anteriores –pues ya me ha visto-. Superado aquellos pensamientos de ¿qué hacer? siguieron los infaltables: 1.- ¡Dios mío justo ahora que no ando bien vestido! –Debí ponerme otra ropa- 2.- ¿Estaré peinado? 3.- ¡Mi aliento! ¿Cómo estará mi aliento? 4.- ¿Me brillará la cara?  5.- ¿Me durará aún el perfume? Cabe destacar que todo esto ocurrió en ráfagas de segundos mientras avanzaba y la distancia con aquella persona se hacía cada vez más escasa. Así que tomé valor e hice lo que todo macho debe hacer en estos casos: esbocé mi mejor sonrisa y puse una mirada parecida a la del  gato con botas de Shrek (con eso su atención estaría en mis ojos y sonrisa y no en mi apariencia) acto seguido hice mi actuación digna de un premio Oscar.

¡Hola, que gusto encontrarte!-dije-, ¡qué grata sorpresa! ¡Jamás me imaginé que te llegaría a topar aquí y hoy! (vaya que en eso sí tenía razón) Noté algo que me tranquilizó, sentí que lo mismo que me pasaba a mi le pasaba a esa persona ¿por qué lo digo? Pues porque después de saludarnos nos quedamos mirando como diciendo ¿ahora que sigue? ¡Por favor toma tú la iniciativa! Así que atiné a decir:
 ¿Nos sentamos y conversamos?  ¿Tienes tiempo?
 ¡Seguro!-dijo-
 ¡Qué bueno! –pensé-.

Buscamos una mesa y como todo caballero le ofrecí algo de comer, me agradeció el ofrecimiento pero me dijo que recién había terminado de comer, entonces le ofrecí un café que con gusto aceptó. Compré un café para ella y un té helado para mí (no les he dicho pero a mi el café me pone hiperactivo y esta no era la ocasión para estar así). Llegué a la mesa y le dije: ¿me das un segundo, no me demoro? Corrí al baño, pues ya la sonrisa tierna y la mirada del gato con botas se estaban acabando y tenía que acicalarme para la conversación. Me lavé la cara, me acomodé la ropa, me acomodé el peinado (no se cual pues siempre uso el mismo, pero ya saben uno siempre quiere lucir mejor) y por último un poco de perfume (siempre llevo una de esas muestras para estos casos de emergencia).

Ahora sí, ya más seguro de mi apariencia, me acerque a la mesa y me presté a tener una de las más gratas conversaciones que he podido tener. No entraré en detalles de lo que hablamos, pero les diré que el medio virtual muchas veces hace que uno tenga una idea distorsionada sobre la personalidad de una persona. Descubrí que tenía como compañía a una persona sin poses, sencilla, abierta y franca; y, aunque su imagen denotara clase y buen gusto eso no quería decir que fuese vanidosa ni plástica. Me fascinó su forma de llevar la conversación que hasta logró que terminara confesando alguna que otra experiencia personal que no suelo comentarle a nadie.
Miró el reloj y habían pasado ya 3 horas eran las 21:00, me dijo ¿caminamos? ¿Dónde?-contesté- el centro comercial ya cerró solo esta abierto el patio de comida,  en todo caso vamos caminando para irnos, es tarde ya-añadí-. Mientras caminábamos sentí que no se quería ir y yo tampoco deseaba que la noche acabara, quería seguir disfrutando de su presencia. Así que le dije ¿entramos a la farmacia y vemos que hay de novedades? (omitiré el nombre de la farmacia, pero es una de esas que no solo vende medicinas, sino también novedades y artículos de bazar, etc.)
Antes de salir de la farmacia veo mi galleta favorita Oreo (a esta si le doy publicidad) y le pregunto ¿quieres comer galletitas? Me dijo ¡bueno! Procedí a comprar 2 paquetes de galletas y para acompañarlas compre leche en envase personal.
Decidimos regresar al patio de comidas para disfrutar de nuestra compra y seguir charlando. Los minutos pasaron y allí estábamos, sentados en un patio de comida de un conocido centro comercial, disfrutando cual niños, cada quien con su paquete de galletas Oreo y su envase personal tetra pack de leche La Lechera, teniendo una grata conversación y tratando de alargar el tiempo, como queriendo detener la noche.

Al final tomamos el mismo taxi y cada quien se fue para su casa… 

Al llegar a mi hogar pensé: Tuve una “no cita” con una persona a la que hasta entonces solo había conocido por el facebook; pero que, paradójicamente, fue con la que tuve una de las más gratas conversaciones que haya tenido y de quien puedo decir es como pocas, mis felicitaciones a su novio, tiene a un gran ser humano a su lado.
                                                                                                                            ¡A Ti, a tu nombre!

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